1997 Resina epoxi e inclusiones 153 X 49 X42 cm
Pablo Suárez (Buenos Aires 1937-2006)
Estudió en el Colegio Ward de Ramos Mejía, y en 1955 ingresó en la facultad de agronomía, dejando la carrera para dedicarse a la práctica artística. Realiza su primera muestra individual en 1961 en la galería Lirolay con prólogo de Alberto Greco. En los años 60 forma parte del grupo de artistas del Di Tella. Se vincula con el conceptualismo crítico en las “Experiencias 68”, al presentar su carta de renuncia al Di Tella en la puerta del Instituto. También en 1968 participa en “Tucumán Arde”, junto con Roberto Jacoby, Juan Pablo Renzi y León Ferrari entre otros. En la década del ´70 Suárez se retira a San Luis, y después a Córdoba. Adopta un estilo realista, sin pretensiones vanguardistas, remitiéndose a la pintura de artistas argentinos como Fortunato Lacámera. Pinta la serie de los malvones y naturalezas muertas. Volver a pintar y tomar distancia le permitió reflexionar acerca de la manera de volver al mundo del arte pero cambiando el tono. Si a fines de los años ‘60 la coyuntura histórica reclamaba la disolución de la obra en la praxis social, Suárez sintió necesario recuperar el objeto artístico y cargarlo de intensidad para que arte vuelva a convertirse en un arma cargada de sentido. A partir de la década del 80, Suárez adopta un tono crítico de denuncia social para marcar las fisuras del sistema, pero ya no renunciando al mismo, sino buscando estrategias de inserción que posibiliten un mensaje eficaz. Para ello se apoya en el arte popular, con la estructura narrativa de la imaginería policromada española y el lenguaje parodial de artistas como Molina Campos, Medrano y Juan de Dios Mena y el tono local de Gramajo Gutiérrez y Estanislao Guzmán Loza. Adopta un estilo realista y por momentos grotesco, en una línea que lo acerca también a la obra de Antonio Berni. Toma rasgos de la cultura cómica de las fábulas de Esopo, la ironía y la burla. La ambivalencia del humor permite que el artista establezca un juicio sobre la realidad comentada de manera oblicua, provocando en el espectador una reflexión dramática sobre aquello que en un primer momento le resultaba cómico. En sus 45 años de trayectoria, Suárez abordó diversas temáticas. El dudoso gusto de los nuevos ricos, la intermediación del arte, los trepadores sociales, la doble moral, los destinos, y la exclusión social. En 2005 Suárez quiso apartarse del tono declamatorio, cuando percibió que la denuncia masiva se empezaba a convertir en una herramienta mediática perdiendo así su tono crítico para convertirse en un mensaje banalizado por los medios de comunicación. En obras como “Beau Geste” (bello gesto, 2005) el tema de su último período era la solidaridad del trabajo cuerpo a cuerpo y los pequeños actos cotidianos de gente anónima, realizados sin ningún otra intención que la ayuda solidaria y desinteresada. Pablo Suárez fue un referente de culto en todas las generaciones, tanto por su obra como por sus conversaciones en las que debatía ideas sobre el arte y la vida. En 1999 se radicó en su casa de Colonia, en Uruguay. Falleció en Buenos Aires.